No voy a empezar con lo que pudo ser y
no fue, con algo que se extinguió en el pasado y no volverá, con el
agua que ya corrió, …, voy a empezar con lo que será porque no
fue, con lo que dio paso la extinción y con el agua que queda por
correr.
Hoy no es día de lamentarse, ni de
llorar por las esquinas, no es día de sentarse y pensar en todo
aquello que hemos perdido o dejado de hacer para siempre.
Hoy es día de mirar al frente, de
pensar en lo que nos depara el mañana gracias a que el pasado nos
dejó así, a pensar en que lo bueno realmente esta por llegar.
Porque ya hemos probado el pasado y seguimos aquí, hemos aprendido y
vivimos con cicatrices, …, pero vivimos, lo que significa que
seguimos andando y cada momento es un paso, cada segundo, cada
sensación, cada instante sin mirar atrás, es un paso.
Hoy veo el fin de algo como el comienzo
de una historia que sólo uno mismo tiene derecho a escribir, un
renacer con la mochila a la espalada de la experiencia adquirida. Hoy
es hoy y no es ayer.
Y miraré al frente con la mirada
puesta en nuevas metas, en nuevos objetivos, sin olvidar los pasados
no conseguidos. Miraré al presente cara a cara y le desafiaré a ver
quien tira más alto porque el pasado ya pasó y el mañana se
construye hoy.
Me he secado las lágrimas para poder
ver nítido el presente que vivo, que hasta ahora vivía sin vivir,
porque no lo veía, borroso por las sombras del ayer.
Alzo al mirada y lo veo todo claro, un
libro en blanco, sin límite de páginas, y mis huellas son las
letras que se van plasmando.
Respiro hondo y me lleno los pulmones
de nuevas sensaciones, de nuevas miradas, de un mundo que ahí estaba
pero que yo no observaba. Cual ave phoenix no resurjo porque nunca me
fui, pero de mi ausencia me despierto.
¡Hola nuevo día! Aquí estoy, aquí
vengo para vivirte.